jueves, 30 de diciembre de 2010

Los últimos días del año

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Cómo disfruto estos días entre la Navidad y la Noche vieja. Terminó la agitación de los preparativos navideños. Todo está en calma. Nuestro ánimo sigue festivo, pero ya no salimos mucho ni tenemos compromisos. Afuera, nieva por momentos y luego la nieve va convirtiéndose en lluvia. El cielo está gris y hace frío. No dan ganas de salir a la calle; preferimos arrellanarnos en el sofá o en el sillón, cada uno con su lectura. Dom prepara té; ponemos un CD de jazz o de música de temporada (sobre todo Bach y Haendel este año) y volvemos a nuestro libro. Así pasamos la tarde, entre charla y lectura. Así transcurren estos últimos días del año: lentos, tranquilos, domésticos.

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martes, 28 de diciembre de 2010

Esta Navidad

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¿Cómo celebramos esta Navidad? Como ya se ha vuelto tradición, la celebramos anticipadamente en Estrasburgo, en casa de nuestros queridos amigos Jill y Jean-Marie. Pasamos unos días de animadas conversaciones en torno al árbol de Navidad tomando vinito caliente; visitas al mercado de Navidad; salidas a la ópera (La belle Helène, de Offenbach) y a un buen restaurante, en el que festejamos los cumpleaños de Dom y de Jean-Marie.

De vuelta en Ginebra, celebramos con Liz, nuestra amiga entrañable y con Mariana y Anilú, sus dos sobrinas, que llenaron la casa de alegría y entusuasmo. Fue una Navidad blanca (ha estado nevando desde el día 24); una Navidad de reencuentros, de gratos momentos, paseos, películas de temporada, té calientito al llegar a casa después de un día en el frío.

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En medio de la alegría, también añoramos mucho a nuestra querida tía Bety (Ticho), mi segunda mamá, que partió muy pronto dejándonos un vacío infinito. Ella adoraba esta temporada, y recordar con qué entusiasmo decoraba su casa, escogía sus regalos y esperaba con impaciencia que llegara diciembre nos ayudó a no estar tristes esta primera Navidad sin ella El día 24 en la mañana subimos en tren de cremallera al Rocher-de Naye, en los Alpes, a donde fuimos con ella. Ahí arriba, evocamos con amor y gran nostalgia aquel paseo que hicimos juntos hace apenas unos años.

Extrañamos mucho por supuesto a nuestros amigos más íntimos y a nuestra pequeña familia en México, sabiendo que estas fiestas serían difíciles para todos; el primer diciembre sin nuestra mamá Ticho, que ahora vive en el corazón de cada uno de nosotros.


jueves, 9 de diciembre de 2010

Café y amigas

Foto: Pexels.com

Hace mucho que no pasaba una mañana tomando café con una buena amiga y esta semana me sucedió dos veces. Casi había olvidado lo bien que hace compartir experiencias cotidianas con alguien que hemos ido conociendo poco a poco y que ya forma parte de nuestra vida. Una mañana entre semana; un acogedor café céntrico poco concurrido aún. Cafés, croissants, conversación, actualización de noticias, intercambio de puntos de vista. Pasamos un buen rato en el lugar, tan acogedor en un día frío. Salimos a la calle y caminamos todavía un rato juntas. Nos detenemos a ver los aparadores y las decoraciones navideñas. Qué sensación tan agradable de familiaridad y cercanía que por fin, después de siete años de vivir en esta ciudad, he encontrado con personas de horizontes y edades diferentes,con quienes comparto sueños, experiencias, una misma latitud y el mismo huso horario.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Lecturas invernales

Por fin, terminó el trabajo y dispongo de un mes de diciembre relajado. Una de mis actividades preferidas de esta temporada es acurrucarme en el sofá con lectura placentera e inspiradora. Desde hace un par de años, he ido formando una pequeña biblioteca de Navidad. Para mi deleite, descubrí que en la tradición literaria anglosajona se publican -y leen – muchas novelas que se desarrollan en esta época del año. El ejemplo más típico del género es A Christmas Carol (Canción de Navidad), de Charles Dickens, publicado en 1843. Otro ejemplo son las novelas de misterio navideñas de Anne Perry. Cada año se edita en inglés una profusa literatura ambientada en Navidad. Aquí, a fines de noviembre llegan las novedades a las librearías. El año pasado, fue The Ecco Book of Christmas Stories, una recopilación de relatos de varios autores, y The Gift, de Cecilia Ahern Este año, leeré The Christmas Mystery, dell noruego Jostein Gaardner (autor de El mundo de Sofía), y Christams Eve at Friday Harbour, de la estadounidense Lisa Kleypas.
No en todos los casos se trata de gran literatura. Lo que disfruto más que nada son los ambientes festivos e invernales y los estados de ánimo que muchas de estas novelas captan tan bien.
Cuando está nevando (como toda la semana pasada), nada nos parece tan reconfortante a Dom y a mí como arrellanarnos en el sofá, y pasar horas deliciosas leyendo, al abrigo del frío y de las inclemencias del tiempo.


domingo, 28 de noviembre de 2010

Viajes y sueños

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La emoción de un viaje comienza para mí con las lecturas previas al viaje (ensayos, novelas, guías sobre el destino anhelado) y luego, una vez atravesado el averno de las largas filas del control de seguridad, ya instalada en la sala de espera del aeropuerto, mirando a la gente que se prepara para volver a casa, al mismo país hacia el que también me dispongo a partir. Escucho conversaciones en lenguas extranjeras y desde ese instante ya me siento en Londres en Montreal, en Nueva York…

El avión despega; mi estómago siempre lo resiente.

Ya en el cielo, me dejo invadir por una gran quietud. Miro las nubes que ondulan como una marea infinita y reconozco en el interior de ese momento la felicidad perfecta. Me invade la sensación mágica que experimentaba la víspera de Navidad, cuando era niña. Aquí, en este avión, rodeada de desconocidos, a diez mil metros de altitud, empiezo a anticipar la sorpresa, los descubrimientos que todo viaje depara.

Leo un rato. Por momentos, me pongo los audífonos y me sumerjo en la música que llevo conmigo o en la de la cabina –por cierto, de esta manera he descubierto a artistas diversos-. Saco mi libreta y tomo algunas notas. Más tarde, despliego el mapa de la ciudad en la que voy a aterrizar para hacerme una idea de ella (si nunca antes la he visitado), o para recordar momentos que viví ahí en el pasado. Un mapa constituye siempre un itinerario para mis sueños. Ingrávidos, estos transitan por lugares que me han quedado impresos en la memoria: el cafecito al que mamá y yo entramos la última vez en París, hace una eternidad; la primera nevada que ví, en Boston, hace tantos años; la ópera de Viena; un mercado de pulgas en Ámsterdam, el boulevard Saint-Laurent, en Montreal; la librería londinense Murder and Mystery -que nos gustó tanto a Dom y a mí y que cerró recientemente- en Charing Cross Road.

Un ligero sacudimiento nos indica que el avión está aterrizando. Veo rostros somnolientos que se despiertan. Los niños se pegan al cristal de las ventanillas para mirar mejor las cúpulas de las iglesias, los rascacielos, los autos minúsculos que circulan por enormes autopistas, los parques que parecen apenas pequeños rectángulos verdes.

Por fin llegamos: Equipaje; aduana. Aún no salgo a la calle y todo me dice ya que he cambiado de país. Los anuncios no son los mismos; veo otras fisonomías, otras vestimentas.

Salgo por fin y la ciudad me recibe con un cielo azul pizarra de otoño o con luces multicolores y viento gélido de invierno. Ciudades. Espacios en los que ya he dejado algo de mí misma o a los que volveré más tarde, en busca de lo que dejo ahora.


martes, 16 de noviembre de 2010

Un bel partir

Foto: Pexels.com

Por primera vez desde que vivo en Suiza asistí a un funeral; el de un amigo cercano de amigas nuestras.
Murió la semana pasada y su funeral fue hoy en Ginebra. En primer lugar, me sorprendió saber que no existe aquí el concepto de velorio. Tras el fallecimiento, los deudos y amigos no pasan la noche en la capilla funeraria. Todo sucede días después y de día. Mi segunda sorpresa fue el servicio que, aunque religioso, no se centró en la muerte ni en el más allá, sino en la vida.
La ministra (protestante) que ofició el servicio habló de nuestro amigo, de la persona que fue, de lo que amaba, de sus actividades predilectas como el esquí, el deporte en general, los viajes y el tango. Algo que aprecié fue que la ministra no sólo se dirigió a la familia, sino a las personas cercanas al difunto, invitándolas a apoyarse mutuamente en los momentos inevitables de trsiteza que vendrán más tarde. Fue también una celebración, un homenaje a la persona que se ha ido. Escuchamos tangos y una pareja del grupo del que formaba parte nuestro amigo bailó en recuerdo suyo. Aunque la familia cercana se veía afligida, nadie rompió en llanto. Si acaso, algún discreto sollozo (según me explicó Dom, tal contención forma parte del carácter protesante ginebrino). Uno a uno, los asistentes fuimos pasando delante del féretro para un último adiós mientras el tango “Uno” se escuchaba en el fondo. No sé si muchos de los presentes entenderían la letra en español -tan sentida- de este tango, pero a mí me llegó muy hondo. Después del servicio, hubo una “verrée”, es decir, una pequeña reunión para tomar un vinito en honor del difunto.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Haikús para noviembre



Aunque el sol brilla
los días se han vuelto fríos
-llegó noviembre


Cosas sencillas;
consuelos cotidianos
en tardes frías


Paseo en el parque;
árboles desnudos
largas sombras de otoño


"Hasta muy pronto"...
y pronto será un siglo
desde que nos vimos

viernes, 15 de octubre de 2010

Nuestras ocupadas vidas

Eternamente ocupados y distraídos del momento presente con teléfonos móviles cada vez más sofisticados, pantallas en las que en segundos, pueden desfilar cientos, millares de imágenes, y horas y horas de música y de video. Dispositivos de toda suerte que nos permiten comunicarnos con gente a miles de kilómetros de distancia pero que nos impiden fijarnos en la persona que tenemos enfrente (como en los premonitorios relatos de Ray Bradbury, publicados en los años 50), en el mundo que tenemos enfrente.
Estas reflexiones no son una diatriba contra internet ni contra las nuevas tecnologías, que utilizo y disfruto –este blog da fe de ello-; siento, sin embrago, que en vez de enriquecernos con ambos mundos, el real y el virtual, vivimos cada vez en este último, ensimismados en nosotros mismos, en nuestros chats (alguna vez, en una época notan lejana, el verbo inglés to chat quiso decir conversar cara a cara), absortos en nuestro universo privado e impenetrable. Me parece que cerramos así posibilidades al encuentro con otros. Tal vez esto solo me refiera a lo que veo aquí en Suiza; sin embargo, tengo la impresión de que este modo de vivir se ha generalizado, y que en todas partes vivimos ya así, conectados permanentemente a la red, temiendo perdernos de algo en el dramático caso de desconexión, cuando me parece que es todo lo contrario: que vivir en lo virtual, nos hace perdernos del mundo real que nos espera ahí afuera, a la vuelta de la esquina.

lunes, 11 de octubre de 2010

"Crónica de los días que pasan" cambia de nombre

Puesto que desde hace ya siete años (no deja de sorprenderme cómo vuela el tiempo) vivo en esta ciudad y escribo desde ella y sobre lo que aquí vivo, me pereció que su nombre debía figurar en el título de este espacio, como pequeño reconocimiento a un lugar que se ha convertido en mi hogar y en escenario de experiencias que me ha enriquecido y transformado.

Por lo demás, la bitácora no cambia. Seguiré escribiendo sobre cuestiones que me interesan. También quisiera escribir más sobre la ciudad misma.

Estos días, las exigencais cotidianas (principalmente la tesis y traducciones para una organizaión internacional) no me dejan apenas tiempo para escribir, incluso esta breve entrada, lo que resulta paradójico, pues paso el día escribiendo. Escribir en el blog es algo diferente; es una escritura personal, a veces íntima, que me permite llegar a personas queridas que no están conmigo en Ginebra, a todos esos amigos a los que no puedo llamar y para vernos dentro de una hora en "Les Recyclables" para tomar café y contarnos cómo nos ha ido el día, la semana.

A los que están aquí, que también leen este blog, qué les parece vernos pronto para un café o un vinito?

viernes, 1 de octubre de 2010

Llegó el otoño



¡Ya es otoño aquí… mi estación del año preferida! De una semana a otra todo cambió; la temperatura bajó 10 grados (de 23° a 13°). El ángulo de la luz también es diferente; ahora cae oblicua. Los días son luminosos y fríos. El viento, que en verano era fresco, se ha vuelto frío. La luz ámbar que inunda todo, las hojas de los árboles que encienden en rojos y ocres antes de caer, así como los días que se acortan, nos recuerdan que ya empezamos el viaje hacia ese otro país que será el invierno. Ya guardamos la ropa ligera y sacamos la ropa abrigadora (aunque aún no los abrigos más gruesos).



Cuando recién llegué a Suiza, me sorprendió ver cómo la vida de la gente se organiza alrededor de las estaciones del año. En verano, se vive al aire libre y a nadie se le ocurre ir al cine salvo si es al aire libre, mientras que en otoño, las actividades pasan al interior. En octubre, lejos quedan los días del verano en que anochece a las 10 P.M; los días cada vez son más cortos. Los museos presentan nuevas exposiciones y empieza la temporada de teatro y de conciertos clásicos. En cuanto tenga un momento libre, echaré un vistazo al programa del teatro de Carouge (nuestro barrio), que cada año nos sorprende con puestas en escena de obras contemporáneas o clásicas siempre originales, como la memorable “Casa de muñecas”, de Ibsen, que Dom y yo disfrutamos tanto hace un par de años.
Actividad muy propicia para días fríos.




sábado, 25 de septiembre de 2010

Urban Sketchers

USK network

Desde hace unas semanas soy flamante miembro de Urban Sketchers, una organización no lucrativa que reúne a decenas de dibujantes tanto aficionados como profesionales de todo el mundo, que “dibujo a dibujo”, muestran el lugar en el que viven.

Urban Sketchers (USK) fue creada en 2009 por Gabriel Campanario, periodista e ilustrador español radicado en Seattle, y que en 2007 tuvo la idea de poner en contacto a entusiastas del dibujo en diferentes países con el fin de formar una red. Para pertenecer a esta comunidad, hay que ser un apasionado del sketch (boceto, apunte o dibujo rápido). USK no está reservado a los profesionales de las artes visuales ni de la ilustración, sino que está abierta a toda persona para quien dibujar sea parte de su vida diaria. En mi caso así ha llegado a serlo. USK es una comunidad de encuentro y de intercambio entre gente que pasa sus momentos libres registrando con lápiz y papel escenas cotidianas. Algunos de los propósitos de USK son:

-Dibujar en exteriores y en directo

-Describir las ciudades donde vivimos y a las que viajamos

-Documentar con dibujos momentos y lugares

-Utilizar diferentes técnicas y materiales y cultivar un estilo propio

-Apoyarse mutuamente y reunirse para dibujar cuando sea posible

-Compartir dibujos en línea

-Mostrar el mundo, dibujo a dibujo

Haciendo click aquí se puede ver la lista de miembros por países. En Suiza, hasta el momento, somos sólo tres. Espero que este número aumente, pues me gustaría mucho conocer a otros entusiastas del sketch y reunirnos en uno de los sketchcrawls (maratones de dibujo) que se organizan varias veces al año en muchas ciudades alrededor del mundo.

http://www.urbansketchers.org

domingo, 12 de septiembre de 2010

Domingo

Nuestro típico domingo empieza con café, croissants calientitos, un brioche o con pan multicereal, salidos del horno de una de las varias panaderías de Carouge, nuestro barrio. Para acompañar el pan, mermelada de naranja, de frambuesa o miel cremosa, que untada sobre una rebanada de brioche es una delicia. El desayuno en la parte de habla francesa de Suiza, donde vivimos, es dulce. En la parte de habla alemana es salado, con diferentes tipos de pan, quesos y carnes frías. Sin embargo, en ningún caso es caliente Ya me he acostumbrado, aunque no dejo de recordar con gran nostalgia los desayunos en México, con huevos, chilaquiles, molletes, enchiladas, hot cakes y tantas otras cosas ricas. Aquí, el brioche y los croissants se reservan para los domingos. El resto de la semana desayunamos café, pan tostado, yogurt o muesli.

En Suiza, por protección de las condiciones de trabajo, los domingos todos los comercios están cerrados, con excepción de unos cuantos, como las panaderías, que abren por la mañana y se llenan de gente en busca de pan para un tardío desayuno. También abren las pastelerías, que los domingos exhiben en sus vitrinas apetitosas tartas de manzana o de ciruela, strudels o éclairs de chocolate de los que, si uno va después de las cinco de la tarde, ya no encuentra casi nada. Los cafés también están abiertos, y a eso de las tres de la tarde también se llenan de gente que se encuentra con amigo a tomar un café, un vinito o un helado. En México, pienso, el domingo a las tres de la tarde es la hora de la la comida. Nadie iría a tomar un café a esa hora (¿o si?). Aquí la hora de la comida es a las doce o a más tardar a la una, por lo que las tres es la hora del café, que en México tomamos a eso de las 5 o 6, a veces incluso más tarde. Me resulta curioso pensar cómo la vida de las personas se organiza en unos y otros lugares en torno a horarios definidos quién sabe cómo hace quién sabe cuánto tiempo. Costumbres que nos permiten funcionar en una determinada sociedad. ¡Nunca por ejemplo, podría invitar a alguien aquí a comer a las tres de la tarde o proponer café a un amigo en México a esa hora!

El resto del domingo transcurre entre lectura del periódico, un paseo en el parque, encuentro con algún amigo para café –a las 3:00- o película en casa y revisión de pendientes para la semana.


martes, 31 de agosto de 2010

Placeres de agosto

Y casi sin darme cuenta llegamos al final del verano y como cada año, siento que no he tenido suficientes días de campo en el parque, que no he paseado bastante a la orilla del lago y que no he bebido suficiente té helado. Lo curioso es que sí, sí he hecho todo eso; pero quisiera más. Quisiera que los despreocupados días estivales se prolongaran, que los días siguieran siendo largos, que siguiera habiendo fresas, frambuesas y tantas otras frutillas de esta temporada, que siguiera brillando el sol y el cielo siguiera azul y despejado.
Al ver el pronóstico del tiempo para los próximos días (20°C, lluvia y nubarrones en vez de los 30° con sol radiante de semanas pasadas), me pregunto si el encanto del verano, como el de las demás estaciones, no radica precisamente en su carácter efímero y transitorio. Me apresuro a publicar este post, pues en unos minutos, septiembre hará su entrada y con él, regresaremos a las actividades cotidianas, que por un par de meses nos permitieron hacer una pausa.

domingo, 15 de agosto de 2010

Este blog cumple un año

                                                      © villorejo - Fotolia.com
Hace dos semanas, esta bitácora cumplió un año. A lo largo de los últimos doce meses, he podido registrar en ella algo de lo que vivo y de lo que observo: recordatorios de cosas que se van añadiendo a los días y que forman la trama de mi vida. 

Escribir para una misma, sí, pero también para otros, pues es mucho más interesante que lo personal vaya más allá de la anécdota y logre resonar en otra sensibilidad. ¡Qué lujo es, para quienquiera que escribe, tener lectores! Este blog existe y se mantiene gracias a ustedes, lectores asiduos u ocasionales que, desde varios lugares del planeta, se detienen en sus páginas y dedican tiempo valioso a leerlas y a veces, a dejarme comentarios. Es un auténtico regalo.
Escribir en este espacio se ha vuelto para mí un ritual reconfortante. A menudo, en medio de un día ocupado, en la biblioteca, en el supermercado, en el tranvía o mientras camino hacia a algún lugar, pienso en cosas sobre las que me gustaría escribir. Otras veces, es tan solo en el momento de sentarme frente a la computadora, cuando surge el tema. Muchas veces, si tengo montones de cosas que hacer, saborear con anticipación el momento en que, con una taza de té al lado y música acorde con mi ánimo del momento, podré al fin sentarme a redactar una entrada, basta para ponerme de buen humor.
Cuando estoy de viaje y voluntariamente sin acceso a internet (al viajar me conecto a internet lo menos posible, pues de lo contrario siento que el tiempo pasado en la red, por mínimo que sea, me roba ya algo del aquí y ahora que supone estar en otro lugar), anoto en mi libreta todo sobre lo que escribiré más tarde.

Este blog es una huella de los momentos efímeros que muy pronto se convierten en pasado, pero que gracias a la tecnología quedan archivado en un lugar del ciberespacio. ¡Cómo se habrían alegrado muchos autores de diarios de otras épocas si hubieran podido hacer perdurar así sus escritos!

jueves, 12 de agosto de 2010

Momentos robados

restaurant julien terrasse

París. Puente Louis-Philippe. Después de una mañana de pasear o, mas bien, de “flâner” (verbo francés que significa pasear sin prisa y sin objetivo determinado) cerca de Notre-Dame, nuestros pasos nos llevan hacia el Marais, un barrio que nos gusta por ser tan diverso. Antes de adentrarnos en sus calles, en las que conviven varias comunidades -por ejemplo, la judía ortodoxa y más recientemente, la comunidad homosexual- y justo al final del puente Louis-Philippe, vemos un restaurante encantador en una callecita casi cerrada y con pocos transeúntes. En el interior, el restaurante es una mezcla de tradición y modernidad, decorado en rojo y negro, madera, grandes ventanales. Sobrio, resplandeciente. Sin embargo, Dom y yo sucumbimos al encanto de su terraza, característicamente parisina. Nos instalamos. El mesero, muy atento, nos trae la carta, que contiene excelentes ejemplos de la cocina francesa: coq-au-vin, canard à l’orange, bœuf bourgignon, entrecôte parisien, precedidos de excelentes ensaladas. Ensalada verde y entrecôte para los dos. Pero antes, como aperitivo, Chablis muy frío. El mesero trae la botella de vino, la abre, Dom lo degusta, asiente, y después de llenar nuestras copas, para mantener frío el vino, el mesero pone la botella en un recipiente de metal lleno de hielo que fija en el borde de nuestra mesa. El vino está delicioso, afrutado, como si en él se concentrara el sabor del verano. Hablamos de muchas cosas; de los libros que encontré en Shakeaspeare and Company, del museo subterráneo que Dom descubrió bajo Notre-Dame, mientras yo pasaba horas en la librería; de lo que hemos visto en los últimos días; de nuestros proyectos para el futuro. Sorbo a sorbo, nos terminamos la botella de Chablis y llegan nuestros platos… y dos grandes copas de vino, tinto esta vez. Todo está delicioso. Sencillo y delicioso. Para el postre, para mí, fondant au chocolat, para Dom, tarta de limón. Para cerrar con broche de oro, Dom pide champaña para los dos. Sin darnos apenas cuenta, han pasado casi tres horas. Definitivamente, hoy es una de esas ocasiones especiales que no se planean, sino que surgen, uno de esos momentos robados a la vida cotidiana, que después de años se recuerdan aún. Las miradas cómplices entre dos personas que se aman, la conversación, la agradable sensación de embriaguez que agudiza los sentidos, los colores, la felicidad. Último bocado de fondant au chocolat, últimas gotas de champaña. Más tarde, caminando por el Marais, nos sentimos aún embriagados de vino y de felicidad. ¡Qué bien hace permitirse una locura de vez en cuando!

restaurant julien interieur

Chez Julien, 1, Rue Pont Louis Philippe, 75004 París

jueves, 29 de julio de 2010

París





Barrio Latino
cafés, parques, terrazas
-nuevos amigos.




Frescor matinal
verdor de hojas de estío
-sentirse vivo.

Champs Elysées-el mundo entero
transita aquí

Metro Belleville
-mil aromas de oriente
llenan el aire.





martes, 6 de julio de 2010

Simplificarse la vida

l'art de la simplicitéHe estado leyendo L’art de la simplicité (publicado en español como El arte de simplificar la vida), de Dominique Loreau, escritora francesa que reside en Japón desde hace años y autora de varios libros sobre cómo aplicar la filosofía zen a nuestra vida occidental. Transcribo algunas de sus recomendaciones:
-No aceptar lo que no queremos (sean objetos, invitaciones, solicitudes, etc.)
-No sentirse culpable de dar de tirar algo.
-Imaginar que hay un incendio en nuestra casa y hacer la lista de los objetos que volveríamos a adquirir.
-Hacer la lista de aquellos que no volveríamos a adquirir.
-Tomar fotos de los objetos queridos que nunca utilizamos y deshacernos de ellos.
-Deshacerse de lo todo lo que no se ha usado una sola vez en un año.
-Pensar que “menos es más”.
-Hacer la diferencia entre necesidades y deseos.
-Probar cuánto tiempo podemos “sobrevivir” sin un objeto que creíamos indispensable.
-No comprar impulsivamente. Reflexionar antes de adquirir algo.
-Eliminar tantas cosas materiales como sea posible.
-Eliminar todo lo que no nos haga sentir bien (o que haya dejado de hacernos sentir bien).
-Saber que nada es irremplazable.
-Preguntarse siempre: ¿para qué guardo esto?
-Evitar comparar objetos voluminosos o complicados que suponen un lastre en energía y tiempo.
-Pensar que el cambio es lo que mantiene viva nuestra casa

L’art de la simplicité Dominique Loreau 2005, Ed. Marabout
El arte de simplificar la vida. Dominique Loreau, 2006, Ed. Mundo Urano


lunes, 5 de julio de 2010

Objetos, objetos y más objetos

                                                    © Rawpixel - Fotolia.com
Ir de compras no ha sido nunca mi actividad favorita per se, o por lo menos, no a menudo. Disfruto ir de compras cuando estoy de viaje y, desde que vivo aquí, dos veces al año: durante las rebajas.
Las cavilaciones siguientes me llegan después de haber caído también –inútil negarlo- en esa especie de euforia compradora que llega con las temporada de rebajas, que en Suiza se realizan a fines de junio-principios de julio y en enero, y que ofrecen descuentos sumamente atractivos (del 50% y hasta un 70%), que no puede uno perderse por nada del mundo si quiere renovar el guardarropa o comprar enseres para la casa que durante las rebajas se consiguen por la mitad de lo que cuestan el resto del año. Por supuesto, las rebajas son fuente de infinitas tentaciones, pues conciernen también a las nuevas tecnologías: esos aparatos cada vez más sofisticados con los que vivimos soñando, esos intrusos de nuestra vida de los que ya pocos sabemos prescindir. Consumimos, compramos, adquirimos y acumulamos cantidades de objetos que con el tiempo se vuelven estorbosos o caen en el olvido al ser reemplazados por otros.
En contraste, qué increíble resulta imaginar que las posesiones de algunos monjes budistas se reducen a un tazón, a un par de palitos de madera con que comer, y la ropa puesta; es decir, a aquellos objetos verdaderamente necesarios para vivir cotidianamente.
Sin llegar a tales extremos, creo que a nuestras sociedades basadas en el consumo nos haría bien un poco de esa frugalidad. Este verano, Dom y yo nos hemos decidido deshacernos de los objetos que no hemos utilizado en los últimos dos años y que invaden nuestro desván. Si no los hemos necesitado durante ese tiempo, quiere decir que no nos hacen falta y podemos prescindir enteramente de ellos. Será difícil, pues ambos tenemos apego a los objetos, pero nos enseñará a adquirir solamente lo que en necesitamos. También es una forma de compartir, pues la ropa que ya no nos ponemos o los libros que ya no releeremos irán del contenedor que hay en la calle, a una institución de beneficencia que les encontrará un mejor uso para alguien más.

domingo, 27 de junio de 2010

Domingo

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Sol a raudales

y aroma de lirios

-llegó el verano

Lecturas estivales

lireCasi acaba junio y no he podido escribir sobre lo que se ha ido acumulando en las últimas semanas. Terminé todos los exámenes finales del último semestre de la maestría (¡exhausta!) y ahora sí deberé dedicarme a la famosa tesis que he ido posponiendo desde hace meses. Sin embargo, necesito hacer una pausa, pues por el momento me siento saturada intelectualmente y lo que más anhelo este verano es volver a leer literatura, a entusiasmarme, a zambullirme de nuevo en la lectura placentera de novelas, relatos y poesía. Los libros que quiero leer han ido aumentando durante los últimos meses: L’élegance du hérisson, de Muriel Barbéry (la película me conmovió tanto que espero con impaciencia leer la novela), Never let me go, del escritor británico de origen japonés, Kazuo Ishiguro; Too much happiness, de la canadiense Alice Munro; Afterdark, de Haruki Murakami, El viento de la Luna, de Antonio Muñoz Molina (autor que recién descubrí y que se ha convertido en un favorito), De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver, El hipnotista, de Alexander y Alexandra Ahndoril, un matrimonio de escritores suecos que publican bajo el pseudónimo de Lars Kepler. Todos estos, sin olvidar el más reciente volumen de la serie The Sunday Philosophy Club y 44, Scotand Steeet, del autor escocés Alexander McCall Smith. Dom y yo disfrutamos mucho leer al alimón sus historias, que tienen como telón de fondo el Edimburgo actual, con sus diversos ambientes y personajes; un verdadero viaje a la capital escocesa.

¡Se aceptan sugerencias de libros favoritos!



lunes, 21 de junio de 2010

El día más largo del año

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Hoy empieza el verano en el hesmiferio norte. Tras una primavera más bien fría en Europa, esperamos impacientes el buen tiempo. Estas últimas semanas, hemos tenido en alternancia días con sol y días nublados. Hoy, 21 de junio, es el día más largo de 2010. Amaneció a las 5:43 y anochecerá a las 21:30. Este día, el Sol se encuentra sobre el Trópico de Cáncer, lo que se traduce en el mayor periodo de luz de todo el año.

Aquí, empezamos ya a soñar con largas tardes estivales en una terraza tomando un aperitivo; empieza a antojársenos estar al aire libre y el agradable fareniente del verano.

A partir de hoy los días se irán acortando. No importa; aún nos quedan muchos largos días de sol. Hoy empieza oficialmente el verano, la estación en la que -como dice una vieja canción de jazz- se vive más ligero.

miércoles, 26 de mayo de 2010

La fiesta de los vecinos

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Cada año, el último martes de mayo se celebra en Suiza y en varios países europeos la Fiesta de los Vecinos. Se creó en 2004 como una iniciativa para promover e contacto entre las personas que viven en un mismo edificio y que solo se cruzan en el corredor, en la entrada o en el elevador de vez en cuando y se intercambian, eso sí, un educado “buenos días”.

A mí, que vengo de una sociedad en el que el contacto entre la gente es frecuente y espontáneo -en México en un dos por tres se improvisa algo; una comida o una reunión-,me resultó sorprendente enterarme de esta reciente tradición y participar en ella. En mayo de 2009, ocho millones de europeos convivieron (verbo imposible de traducir con precisión al francés o al inglés; e ignoro si a otras lenguas) con sus vecinos en 30 países durante la velada europea de los vecinos. Esa fue la primera a la que asistimos Dom y yo desde que estamos en Suiza y ahí hicimos dos nuevas amigas.

Todo se organiza con antelación: a cada quien le toca llevar algo; un platillo, una ensalada, una botella de vino, queso, etc. Esto es un poco exótico aquí, y es una excepción, pues las reuniones en las que cada invitado debe llevar un platillo son prácticamente desconocidas acá (tal vez se las considera demasiado informales) y se llaman “buffet canadien”; ignoro la razón; tal vez sea porque en todo el continente americano acostumbramos este tipo de reuniones. La fiesta de los vecinos es una velada en la que se convive con personas que uno apenas conoce que durante unas horas nos permiten entrar un poco en sus vidas, -las que el resto del tiempo permanecen en la más aboluta discreción-.

Ayer fue la fiesta en la entrada de nuestro edificio (y en toda Europa); esta vez, Dom y yo solo nos quedamos un ratito, pues cuando regresamos a casa ya era tarde y estábamos cansados. Aún así, la pasamos a gusto.

Después de casi siete años, sigo descubrendo este país donde vivo.



lunes, 10 de mayo de 2010

Haikús para Cris, Nina, Ticho y Nena

cérisier La vida sigue

te extraño cada día

-no sólo en mayo

                                                           No te habías ido;

                                               todo había sido un sueño

                                                     -pensé entre sueños

Y para siempre

fijas tú y yo en la foto

de un abrazo eterno

                                                ¿Te acuerdas, en Venecia

                                                         comimos un helado

                                                       en vez de almuerzo?

¿Y qué recuerdo?

Todo –o casi todo

Temo tanto al olvido

domingo, 2 de mayo de 2010

Vivir entre libros

Están por todas partes en casa: en la recámara, en la mesa de la sala, en mi escritorio, y por supuesto, llenando los libreros. Dom y yo vivimos rodeados por ellos. La pasión por los libroentre libross puede a veces llegar a convertirse en un problema práctico en términos de espacio. Si uno es lector ávido y adquiere libros con frecuencia, a lo largo de su vida irá constituyendo una biblioteca bastante importante. En ciertos momentos resulta necesario deshacernos -no sin pesar- de algunos de algunos de ellos, como me sucedió cuando dejé México para instalarme en Suiza. Solo guardé una tercera parte de mi biblioteca; otros se quedaron en las bibliotecas de nuestra familia y amigos y el resto en una librería de viejo. Recuerdo la camioneta que llegó para llevarse aquellos libros demasiado voluminosos para hacer un viaje trasatlántico. Recuerdo haberme sentido desconsolada de verlos partir, pues muchos de ellos habían estado conmigo por años. Recordé lo que Günter Grass dijo una vez sobre las bibliotecas personales de las que hay que separarse cuando uno se va a vivir a otro lugar: en cada nuevo lugar en que había vivido, el escritor había vuelto a hacerse de una biblioteca totalmente diferente de la que tenía.

Muchos libros de los que dejamos en México fueron llegando gracias a la generosidad de mi amiga Liz y de sus hermanas, que en cada viaje a Europa, nos traían una maleta llena de libros. Al cabo de varios años de vivir aquí, he comprobado cuánta razón tenía Grass, pues nuestra biblioteca se ha enriquecido y ha cambiado de fisonomía, de lenguas, de temas, de autores. Ha ido evolucionando con nosotros

Por la manía que tenemos Dom y yo de comprar más libros de los que podemos leer, estos se van acumulando en espera de unas horas libres que me permitan ponernos al día con las lecturas pendientes. Muchas de ellos tendrán que esperar meses (tal vez un par de años) para que por fin les llegue su turno: London, the biography de Peter Ackroyd (787p) , El hipnotista, de Lars Kepler (611p) o The shock doctrine de Naomi Klein (576p). Aunque me cueste aceptarlo, unos cuantos -una pequeñísima minoría- no los leeré probablemente nunca. Son libros cuya adquisición obedeció a un interés momentáneo, olvidado ya. En cambio, algunos otros, empiezo a leerlos en la librería y luego, ávidamente, en el tranvía, de camino a casa. Ya bien instalada en mi sillón, sigo leyendo hasta terminar (a veces hasta ya entrada la madrugada).

Entre todos los libros que viven con nosotros, hay algunos que pertenecieron a mamá, como El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrel, que leo en pequeñas dosis y de vez en cuando, para prolongar la lectura de un libro que para ella era apasionante.

Vivre parmi les les livres

¡Hay incluso libros que hablan sobre cómo vivir entre libros! (ver foto)

Están también los libros de referencia (diccionarios monolingües, bilingües, de uso, combinatorios o visuales) y otros “inseparables” que han estado conmigo durante años; que han atravesado épocas y lugares y a los que vuelvo a menudo: Cartas a mujeres y Un cuarto propio, de Virginia Woolf, las novelas de Carson McCullers, , los ensayos y las novelas de George Orwell, la poesía de Adrienne Rich, Le deuxième sexe, de Simone Beauvoir, El encanto de la vida simple, de Sarah Ban Breathnach, las Crónicas del Plateau Mont-Royal, del quebequés Michel Tremblay y un largo etcétera. Más recientemente, los ensayos de Alain de Botton algunas novelas de Haruki Murakami y “Millenium”, de Stieg Larsson se han sumado a estos “inseparables”

Útimemente, también me he vuelto entusiasta de los libros de cocina. Me encanta el diseño y las fotos de algunas ediciones, como ésta, que solo con ver las portada, dans ganas de abrir el libro.

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Ayer me di una vuelta por el Salón del libro de Ginebra. Mis adquisiciones: Pratique du dessin de Camille Rouy, Eating for England, de Nigel Slater (ensayo sobre las costumbres de los británicos en materia de gastronomía) y txtng, the gr8 db8, del lingüista británico David Crystal (un ensayo sobre cómo el el fenómeno de los sms afecta la sintaxis de los idiomas).


¡Larga vida al libro impreso!



sábado, 24 de abril de 2010

Tu ausencia

saleve et arve

Hoy es un luminoso sábado de primavera. El sábado era el día en que acostumbrábamos hablar un largo rato por teléfono. Te contaba cómo me había ido la semana y me hablabas de la tuya. A veces, en el momento en que me contestabas, te ponía una canción de Sinatra o de Aznavour, lo que te hacía rememorar momentos felices. Nos reíamos mucho recordando anécdotas. Hablábamos también sobre tu juventud y en los últimos tiempos, te gustaba contarme sobre mi más temprana infancia; una edad de la que no tengo más recuerdos que los que tú me regalabas.

Hoy, meses después, me llegó de golpe el pensamiento de que nunca más volveremos a tener conversaciones sabatinas. La idea me tomó por sorpresa. Como si lo hubiera sabido sólo en teoría y ahora apenas me diera plena cuenta de ello. Me abatió una tristeza inesperada. Me quedé mirando un largo rato a través de la ventana la montaña, el río, las nubes. El mundo es maravilloso, pensé. Sin embargo, comprendí que todo lo que necesitaría compartir sobre él contigo se quedará guardado para siempre y que tu ausencia seguirá doliéndome aún por largo, largo tiempo.


jueves, 15 de abril de 2010

Millenium

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Hace mucho que un libro no nos apasionaba ni nos atrapaba literalmente a Dom y a mí como lo ha hecho Millenium últimamente. Nos hemos sumergido en esta obra monumental de Stieg Larsson, periodista y autor sueco fallecido a la edad de 50 años en 2004, (el mismo año de la publicación de Millenium en Suecia). Millenium es una trilogía cuyos volúmenes suman algo más de 2000 páginas. Es un retrato de la sociedad contemporánea de principios del siglo XXI; una "Comedia Humana", a la manera de la inmensa obra de Balzac en el siglo XIX. Además de los protagonistas, principales, en Millenium hay un gran número de personajes secundarios perfectamente delineados y verosímiles. Los temas presentes en la novela -periodismo, informática, economía, política, psiquiatría, entre muchos otros- constituyen una radiografía de la sociedad occidental actual. Estoy convencida de que dentro de varios siglos, este libro servirá como documento de referencia para entender los primeros años del presente milenio.

Millenium atrapa al lector desde las primeras páginas. En palabras de Mario Vargas Llosa (ver su artículo "Lisbeth Salander debe vivir"), Millenium nos devuelve el placer de las primeras lecturas de infancia y juventud; aquellas que nos mantenían despiertos hasta altas horas de la noche. Pese a la crudeza de los asuntos que aborda, Millenium es un libro esperanzador. No todo es sórdido ni está corrompido, nos transmite; hay también personas con principos éticos en todas las instancias de la sociedad. Es además un libro poblado de mujeres fuertes, inteligentes y decididas.

Fundamentalmente, Larsson creía que las bases de la democracia son la labor periodística ética y la impartición adecuada de la justicia. Para Larsson, estas instituciones nos protegen de los totalitarismos y son los guardianes de la democracia.

En filigrana, como telón de fondo de la intriga principal del libro, está la vida contemporanea en Suecia. El lector de Millenium recorre las calles de Estocolmo, sus cafés y sus tiendas; entra en los apartamentos de los protagonistas y los acompaña en su deambular urbano o por parajes alejados. Millenium aborda una profusión de temáticas. En algunas de ellas ahonda, en otras se detiene un poco y apenas esboza otras. Por esta razón, Millenium no puede resumirse; es una experiencia que debe vivirse. Uno “emerge” de la lectura de las 2000 paginas como de un maremágnum.

Steig Larsson fue, hasta su muerte en 2004, redactor en jefe de una revista en la que seguramente se inspiró para aquella que da título a Millenium. Era un periodista observador de la sociedad y preocupado por la xenofobia, la violencia hacia las mujeres, los abusos del poder, la corrupción financiera o las ideologías de extrema derecha, cuestiones que no dejó de denunciar a lo largo de su carrera. Era también un apasionado de la novela negra. Según he leído, había planeado que Millenium constara de diez tomos. Su prematura muerte nos dejó solo tres, que están ya destinados a convertirse en clásicos contemporaneos.


Millenium, Actes Sud (France) 2006, 2007 y 2008.

lunes, 12 de abril de 2010

Lejos del mundanal ruido

Acabamos de regresar de diez relajados días en la costa española, lejos de televisión, computadora, internet, teléfono y demás tecnología omnipresente en nuestra vida diaria. Además de una pausa para el descanso, estos día nos regalaron conversaciones, risas, caminatas, y nos permitieron volver a descubrir el encanto de la vida sencilla. Delicioso. Regresamos descansados y energetizados para retomar el ritmo de nuestras actividades cotidianas.

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sábado, 27 de marzo de 2010

Algo de lo que más disfruto


Me encanta salir a caminar, sobre todo ahora que empieza a hacer buen tiempo. Siempre llevo conmigo mi libreta de dibujo. Me gusta dejarme sorprender por los lugares, los objetos y la luz en diferentes momentos del día. Une pause Rue de Carouge a mediodía / Rue de Carouge (Geneva), at noon

vaisselle

Aparador

chez l'italienAparador de una vinatería italiana / Italian wine shop window

Colomba

Colomba de Pascua, típico pan dulce italiano de esta temporada / Italian Easter brioche


sábado, 13 de marzo de 2010

Sábado



Al pasar hoy frente a una agencia de viajes vi este anuncio que me llenó de deseos de poder dejar obligaciones y compromisos aunque fuera por unos días para volar a mi añorada ciudad. Me quedé viendo el anuncio un buen rato mientras me preguntaba a dónde iría espontáneamente si estuviera hoy allá. Sin duda caminaría por Reforma, me adentraría en las calles de la Colonia Juárez –que alguna vez fue “mi” colonia- hasta llegar a Balderas. Pasaría un momento viendo libros y CD en los puestos de Balderas. Continuaría por la avenida Juárez hasta Bellas Artes y todo me parecería a la vez familiar e irreconocible, como si se tratara de un sueño.

Una repentina bocanada de viento helado me devolvió al momento presente y se llevó la nostalgia. Metí las manos en los bolsillos del abrigo y apuré el paso para llegar pronto al calor de casa.


sábado, 6 de marzo de 2010

Dibujos recientes

Saturday walk

Mañana fría de marzo: cielo azul, sol y un grado centígrado a orillas del Arve.

Cool March morning walk by the Arve river, Geneva.

Feb25_02 Vitrine Escaparates de Carouge, mi barrio.

Window shopping in Carouge, Geneva’s trendy neighborhood.

Red and Breakfast

Típico desayuno suizo: café, brioche, croissants y mermelada.

Typical Swiss breakfast with coffee, brioche, croissants and jam.



martes, 23 de febrero de 2010

Expresar la propia creatividad

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La otra tarde, Dom llegó a casa con un regalo para mí: una magnífica libreta que invita a llenarla de sueños y de proyectos. Me encantó, pues al abrirla, descubrí que sus hojas se prestan muy bien para dibujar con lápiz, rotulador e incluso con acuarelas. Además, cabe perfectamente en la mochila que llevo conmigo cuando salgo a dibujar. Ya no está haciendo tanto frío y hasta hay sol algunos días, lo que significa que la primavera no tardará mucho en llegar, y con ella, la oportunidad de pasar más tiempo fuera, llenando mi nueva libreta con lo que vaya descubriendo. Aunque mi técnica es básica e imperfecta (¡no aspiro a la perfección!), dibujar es para mí tan placentero como necesario. Como a todo el mundo −supongo−, expresarme creativamente me ayuda a encontrar el equilibrio en la vida cotidiana, a apresar el instante presente y aunque sea por momentos, a mirar el mundo con más atención.



martes, 16 de febrero de 2010

Estos días

que hacer

Y ahí está la vida; instándonos, urgiéndonos a la acción…


domingo, 14 de febrero de 2010

Soy del lugar en el que tengo amigos

Domingo, 3 de la tarde. Llaman a la puerta y es nuestra amiga Esther, una suiza alemana que conocemos desde hace poco pero de quien nos sentimos cercanos últimamente no solo porque vivimos en edificios contiguos. Como es día de san Valentín, pensó en nosotros –nos dice – y nos trae en un lindo paquete rojo, un par de macarons de chocolate en forma de corazón. El detalle nos conmueve por muchas razones: porque no es común aquí que alguien pase a casa de uno sin avisar, así que esta visita espontánea nos iluminó el día; también por lo gratificante que resulta saber que otros aprecian nuestra compañía y la buscan; por sentir que se van forjando vínculos con alguien que hace poco entró en nuestra vida y que empieza a formar parte de nuestras afinidades electivas, así como nosotros de las suyas. Siempre he tenido la impresión de que no podemos decir que pertenecemos a un lugar mientras no tengamos en él algún amigo. Desde hace ya un tiempo que por fin puedo decir que pertenezco a esta ciudad, pues aquí también viven personas a las que puedo llamar amigos.