domingo, 12 de septiembre de 2010

Domingo

Nuestro típico domingo empieza con café, croissants calientitos, un brioche o con pan multicereal, salidos del horno de una de las varias panaderías de Carouge, nuestro barrio. Para acompañar el pan, mermelada de naranja, de frambuesa o miel cremosa, que untada sobre una rebanada de brioche es una delicia. El desayuno en la parte de habla francesa de Suiza, donde vivimos, es dulce. En la parte de habla alemana es salado, con diferentes tipos de pan, quesos y carnes frías. Sin embargo, en ningún caso es caliente Ya me he acostumbrado, aunque no dejo de recordar con gran nostalgia los desayunos en México, con huevos, chilaquiles, molletes, enchiladas, hot cakes y tantas otras cosas ricas. Aquí, el brioche y los croissants se reservan para los domingos. El resto de la semana desayunamos café, pan tostado, yogurt o muesli.

En Suiza, por protección de las condiciones de trabajo, los domingos todos los comercios están cerrados, con excepción de unos cuantos, como las panaderías, que abren por la mañana y se llenan de gente en busca de pan para un tardío desayuno. También abren las pastelerías, que los domingos exhiben en sus vitrinas apetitosas tartas de manzana o de ciruela, strudels o éclairs de chocolate de los que, si uno va después de las cinco de la tarde, ya no encuentra casi nada. Los cafés también están abiertos, y a eso de las tres de la tarde también se llenan de gente que se encuentra con amigo a tomar un café, un vinito o un helado. En México, pienso, el domingo a las tres de la tarde es la hora de la la comida. Nadie iría a tomar un café a esa hora (¿o si?). Aquí la hora de la comida es a las doce o a más tardar a la una, por lo que las tres es la hora del café, que en México tomamos a eso de las 5 o 6, a veces incluso más tarde. Me resulta curioso pensar cómo la vida de las personas se organiza en unos y otros lugares en torno a horarios definidos quién sabe cómo hace quién sabe cuánto tiempo. Costumbres que nos permiten funcionar en una determinada sociedad. ¡Nunca por ejemplo, podría invitar a alguien aquí a comer a las tres de la tarde o proponer café a un amigo en México a esa hora!

El resto del domingo transcurre entre lectura del periódico, un paseo en el parque, encuentro con algún amigo para café –a las 3:00- o película en casa y revisión de pendientes para la semana.


1 comentario:

  1. Cuando yo me quiero tomar un café en la tarde...pienso en 5 o 6 pero la gente aquí piensa 1 o 2. Igual cuando la gente dice "nos vemos en la tarde" siempre tengo que pensar todo dos veces.

    Pero es cierto, a las 12 y 6 uno debe estar comiendo, no tomando cafés. ajjajaj

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