domingo, 16 de marzo de 2014

Rouge, de Krzyrztof Kieslowski

Volví a ver Rouge, de Krzyrztof Kieslowski. Me gustó tanto o más que en 1994, cuando la vi por primera vez en el cine Latino, en la avenida Reforma de la Cd. de México.
rouge
De Rouge recordaba la trama, pero no en dónde se desarrolla. Qué sorpresa descubrir que se filmó en Ginebra. Los lugares de la película me son ahora muy familiares –quién lo hubiera imaginado hace tantos años−. Aparte de esto, la historia es, como todas las de Kieslowski, poderosa e intensamente humana. En Ginebra, dos estudiantes vecinos que no se conocen, Valentine (la maravillosa Irène Jacob) y Auguste (Jean-Pierre Lorit) se cruzarán muchas veces en su deambular por la ciudad, sin llegar a conocerse. La vida de Valentine se entrecruzará también por azar con la de un juez retirado y solitario (magistral interpretación de Jean-Louis Trintignan), que ha podido dar cuenta durante toda su vida de la naturaleza humana y ahora vive recluído en su casa, desde donde se dedica a espiar las conversaciones telefónicas de sus vecinos.
Rouge fue el tercer capítulo de la trilogía Trois Couleurs, inspirada en los colores e ideales de la Revolución Francesa, que Kieslowski, el gran cineasta polaco, filmó un poco antes de que su muerte repentina y prematura (a los 55 años), ocurrida el 13 de marzo de 1996, nos privara para siempre de su sensible visión del mundo.
Rouge trata sobre todo de la relación entre el juez, un hombre sombrío, casi misántropo y la luminosa Valentine: una relación que los cambiará a ambos. Como en Bleu (1992) y en Blanc (1993), el color es un hilo conductor de la historia y un elemento visual muy importante. El rojo es omnipresente en la película: el auto de Auguste, el café del barrio, los interiores, la iluminación de la calle o el enorme cartel publicitario en el que aparecerá Valentine.
En Rouge, al igual que en La doublé vie de Véronique, el ser humano parece estar a merced del destino, aunque no siempre como fatalidad, como la última escena de la película parece demostrárnoslo. 
Qué gran cineasta era Krzyrztof Kieslowski. Al morir, dejó inconclusa una trilogía llamada Cielo, Purgatorio e Infierno.
 

martes, 11 de marzo de 2014

Sororidad, sororité, sorority

Sororité

ÉTYM. 1970; « communauté de femmes » XVIe siécle; du latin médieval sororitas (sur le même modèle que fraternité) et du latin soror. Solidarité entre femmes.
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De acuerdo con el diccionario Robert de la lengua francesa, el término "sororité, utilizado por primera vez en el siglo XVI, significa por su etimología latina: "comunidad de mujeres". A partir de 1970, se refiere también a la solidaridad entre mujeres.

En inglés, el término “sorority” –cuya etimología es la misma que la de “sororité”−está generalizado en el ámbito universitario y se refiere a las hermandades de estudiantes, aunque aparece cada vez con más frecuencia en otros ámbitos. 

Siglos y décadas después, el término "sororidad" sigue sin aparecer en el diccionario de la Real Academia Española. No obstante, su uso ya empieza a generalizarse en español con el mismo sentido que el término francés y como análogo femenino del término "fraternidad", que se refiere a la solidaridad entre hombres.
 

Esta reflexión me lleva a suponer que el idioma no es neutro, sino que es vehículo de valores, tradiciones y posiciones ideológicas. ¿Cómo explicar que "sororité" y "sorority" sean términos de larga tradición en francés y en inglés pero no en español?
Por siglos, las mujeres nos hemos visto privadas de un término para referirnos a la hermandad femenina. El concepto existe desde siempre, pero no el término. En contraste, el sustantivo “fraternidad”, los adjetivos “fraterno” y “fraternal” o el adverbio “fraternalmente” son de las más nobles de nuestro idioma.
¿No va siendo hora de reapropiarnos del idioma y crear, a partir de los recursos linguísticos de este, palabras con las que podamos hablar de nuestra propia experiencia?