No, no las de Ovidio ni la de Kafka, sino las que sufrimos todos cada día en el curso de nuestra vida. Me levanto, me miro al espejo el primer día del año y descubro con asombro que no soy la misma que fui hasta hace muy poco. Las primeras arrugas y las primeras canas han hecho su aparición y van cambiando mi fisonomía. El cambio también abarca mis gustos (disfruto más ahora la viola de gamba de Jordi Savall que una rola de Morrissey), mis convicciones y mi visión de la vida (que se ha vuelto más optimista con el paso del tiempo, o tal vez mis expectativas se han vuelto más realistas). Me pregunto si lo que me ha cambiado ha sido el tiempo, el haberme ido lejos de lo que era famiiar, o una mezcla de ambos.
A lo largo de nuestra vida somos una serie de personas diferentes. Recuerdo con afecto a la adolescente que fui, absorta en su mundo de libros y de música y aún ahora reconozco algo de ella en mí. Pienso en la joven viajera que empezó a descubrir el mundo en los años 90; pienso en sus ganas de “aprehender” todo, de conocer otras formas de vivir. La celebro cada vez que regreso a un lugar que ella vio por primera vez o cuando como algo que un día ella probó por primera vez. Pienso también en la maestra de francés que llegó a Suiza y tuvo que reaprender otras reglas y otras costumbres hasta que un día las consideró normales.
Cambiamos; cambiamos imperceptiblemente cada día. Pese que mi signo -capricornio- me hace renuente al cambio, compruebo cada vez más que los cambios son positivos y nos permiten evolucionar.
Hablando estos días con amigos cercanos, me he dado cuenta de que ellos también han cambiado, de que los animan otros sueños, de que persiguen otras metas. Algunos han cambiado radicalmente de forma de pensar. Solia creer que mis amigos seguían siendo aquellos que deje de ver hace años, y sin embargo, en todos se han operado metamorfosis. El desafío consiste –pienso- en seguir encontrando terreno en común pese a los cambios, en recordar quiénes fuimos sin temer a los cambios, que nos permitirán llegar a ser lo que aspiramos ser.
Lo que aspiramos a ser, y lo que de pronto somos sin previo aviso, aquello que no pensabamos ser capaces de ser, pero ahí está.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Es cierto...yo me siento orgullosa de como he evolucionado; hay tantas cosas que afectan nuestras vidas y creo que cambiar es maravilloso
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