martes, 16 de noviembre de 2010

Un bel partir

Foto: Pexels.com

Por primera vez desde que vivo en Suiza asistí a un funeral; el de un amigo cercano de amigas nuestras.
Murió la semana pasada y su funeral fue hoy en Ginebra. En primer lugar, me sorprendió saber que no existe aquí el concepto de velorio. Tras el fallecimiento, los deudos y amigos no pasan la noche en la capilla funeraria. Todo sucede días después y de día. Mi segunda sorpresa fue el servicio que, aunque religioso, no se centró en la muerte ni en el más allá, sino en la vida.
La ministra (protestante) que ofició el servicio habló de nuestro amigo, de la persona que fue, de lo que amaba, de sus actividades predilectas como el esquí, el deporte en general, los viajes y el tango. Algo que aprecié fue que la ministra no sólo se dirigió a la familia, sino a las personas cercanas al difunto, invitándolas a apoyarse mutuamente en los momentos inevitables de trsiteza que vendrán más tarde. Fue también una celebración, un homenaje a la persona que se ha ido. Escuchamos tangos y una pareja del grupo del que formaba parte nuestro amigo bailó en recuerdo suyo. Aunque la familia cercana se veía afligida, nadie rompió en llanto. Si acaso, algún discreto sollozo (según me explicó Dom, tal contención forma parte del carácter protesante ginebrino). Uno a uno, los asistentes fuimos pasando delante del féretro para un último adiós mientras el tango “Uno” se escuchaba en el fondo. No sé si muchos de los presentes entenderían la letra en español -tan sentida- de este tango, pero a mí me llegó muy hondo. Después del servicio, hubo una “verrée”, es decir, una pequeña reunión para tomar un vinito en honor del difunto.

Me quedo pensando que despedir de este modo a alguien querido, evocando lo que fue, lo que amó, lo que lo alentó, lo que compartió con otros seres humanos a lo largo de su vida resulta una emotiva manera de decirle adiós.

2 comentarios:

  1. Sí, es completamente distinto la primera vez que fui a uno, no sabía qué hacer del todo.

    (Es muy bonito ese tango, de los favoritos de mi abuelita)

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