Sin notarlo,
los días y las semanas en que no he publicado entradas nuevas se convirtieron en meses. De algún modo –me digo para consolarme-, eso quiere
decir que la vida me mantiene activa y ocupada. Sin embargo, muchas de las experiencias,
lugares y descubrimientos que me van
enriqueciendo cada día y sobre los que quisiera escribir nunca llegan al teclado.
La lección que aprendo es que no hay pretexto para dejar de hacer las cosas que más disfrutamos. Va una disculpa por esta larga ausencia y me propongo retomar la escritura y publicar posts con más regularidad.
En todas estas semanas y meses,
hicimos algunos viajes (a Estocolmo en primavera y en junio me escapé yo sola a la feria del libro de Madrid, un viejo sueño que por fin pude realizar). Seguí con las clases y las traducciones, sintiéndome muy afortunada de disfrutar tanto mi trabajo.
Después de una larga primavera lluviosa
y fría, llegó por fin un espléndido verano que nos hizo recuperar el buen humor
y nos aligeró el ánimo: volvieron los picnics en el parque, las parrilladas
entre amigos, las caminatas en la naturaleza, los largos días
en que el sol se pone muy tarde… y ¡las vacaciones!
Tuve un reencuentro
muy emotivo con amigas entrañables de infancia y adolescencia con quienes volví a vivir momentos maravillosos. Estuvimos en los Países Bajos (la región de Róterdam, La
Haya, Delft, Ámsterdam). Tenía muchos años sin ir y volvió a gustarme mucho el ambiente
relajado que se respira y el arte callejero que se ve por todas partes.
En Ámsterdam,
Dom y yo descubrimos infinidad de cafés muy
agradables y la tienda de música Concerto Koffie, una verdadera
caverna de Alí Babá para todo melómano: CD nuevos y usados de rock, jazz, world
music, clásica, funk, y un largo etcétéra.
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Concerto (café y música), Ámsterdam |
Siguió Bruselas, cuyos “highlights” fueron la visita del Museo de la Bande dessinée (género muy popular en el mundo de habla francesa. Traducirlo como "cómic" resultaría inexacto. Escribiré sobre este museo en una futura entrega), así como el Museo Magritte y del Museo de
Bellas Artes, en donde nos dimos un festín con los cuadros de Brueghel y El Bosco.
Finalmente, París, con entrañables amigas también.
¡Ah, París!
París nos sorprende siempre con algo
nuevo. Esa vez, con la magnífica retrospectiva de Roy Litchenstein en el Centro
Pompidou. Pienso que una buena exposición no solo debe mostrar las obras de un
artista, sino hacernos entrar en su universo, enseñarnos a apreciar su obra.
Esta retrospectiva en el Pompidou es muy didáctica y logra su cometido: uno sale
de ella con una comprensión nueva y muy completa de la obra de Litchtenstein.
Por lo que que este verano estuvo lleno
de arte.
De regreso a casa, con las
pilas recargadas y el ánimo renovado, nos preparamos para la “rentrée”, como llamamos en francés al
regreso a las actividades después del verano (no solo los alumnos y maestros hacen
una pausa: toda la sociedad disminuye el
ritmo y se trabaja menos).
Bueno, pues sigo aquí. Este
espacio sigue estando lleno de lo que me interesa y quisiera compartir.
Últimamente me ha conmovido recibir varias cartas de lectores que me preguntaban
si había dejado de publicar en el blog. "Desde Ginebra" sigue vigente y haré lo
posible por no dejar pasar tanto tiempo sin publicar algo. Gracias por leerme y
por hacerme sentir que estos textos, lanzados como mensajes al ciberocéano,
llegan a interesar, incluso a inspirar a algunos de ustedes. No hay mejor recompensa que la de saber
que tus palabras resuenan en alguien más.
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